Manuela López Besteiro

Sobre Francisco Cacharro

Permítaseme comenzar agradeciendo al Partido Popular y a su presidenta la decisión de recopilar en un acto de elemental justicia la extraordinaria labor de Paco Cacharro al frente del Partido Popular de Lugo, y su ingente tarea de desarrollo de la Provincia, después de diez años ausente. Espero poder contribuir con mis recuerdos al reconocimiento de una persona que fue mi jefe, cuando llegué en el año 1977 a mi primer destino en la Inspección de Educación en Lugo, y se convirtió en compañero y amigo de mi familia, además de Presidente del Partido en el que militamos mi marido y yo por su influencia.

La memoria es subjetiva, tanto en la selección de los recuerdos como en el enfoque de los mismos, pero así los tengo grabados e intento recogerlos y describir ahora aquellos que a mi juicio reflejan el carácter de una persona que todavía hoy, para muchos, es un gran desconocido.

Mi impresión era entonces, y es hoy, que Paco Cacharro fue un gran desconocido del que la mayoría de los lucenses teníamos una determinada imagen, pero no la misma. Sus amigos (tenía muchos), sus enemigos (algunos tenía) y sus adversarios expresaban opiniones muy diversas sobre la persona y su obra.

La hemeroteca recoge estas contradicciones y, en relación con los medios de comunicación, he de decir que no recuerdo que estuviera especialmente preocupado por la apariencia de sus actuaciones, y mucho menos por construir un relato, como hoy es tan común. Su obsesión eran los hechos.

Quienes tuvimos la suerte y el honor de trabajar con él, descubrimos, en primer lugar, a un ser humano con gran capacidad de trabajo, cualidad ésta, la del trabajo, que reconocían todos los que le rodeaban, con independencia de ideologías, situaciones y simpatías.

Mis compañeros de Inspección de aquella época recordarán conmigo que la puerta del despacho de Jefatura estaba abierta para todos, y que su horario, también el nuestro, era un “sin horario”, mañana y tarde, lo que hoy se diría “explotación laboral”, pero que todos entendíamos como tarea necesaria y planificábamos en torno a un café en su despacho.

Esa cualidad, la del trabajo sin descanso, la demostró durante su etapa al frente de la Consellería de Educación de la Xunta, etapa no extensa y poco reseñada, pero muy fructífera. En este tiempo se negociaron y ejecutaron las transferencias del sistema educativo a la Xunta de Galicia.

La complejidad de esa transferencia de centros, personal docente y no docente, transporte escolar y servicios complementarios, así como la correspondiente valoración de presupuestos, no suele reconocerse como mérito de un equipo de gobierno, pero les aseguro que exige mucho trabajo de convicción, conocimiento y rigor estadístico. Ello se hizo en una época en la que los equipos de gestión de la Xunta no se parecían en nada a los actuales en cantidad y calidad. La negociación Consellería-Ministerio podría describirse, con justicia, como una lucha entre David y Goliat. A pesar de ello, en esa resolución de transferencias, se contemplaba por primera vez la existencia de profesores de Lengua Gallega, con la dotación correspondiente.

Paco Cacharro tenía una idea de la provincia que quería desarrollar, e inspiraba su actividad. Recordaré aquí sólo algunos ejemplos.

En su despacho de la Inspección tenía un gran mapa de las carreteras y pistas existentes en la Provincia, imprescindible para planificar las rutas del transporte escolar, pero figuraban también otras carreteras inexistentes y que según su criterio deberían existir. Años después, como Presidente de la Diputación, impulsó una red viaria provincial que ya se preveía en aquel mapa.

Todos los lucenses estamos orgullosos del Campus Universitario que disfrutamos. Algunos recordamos lo complejo y difícil que resultó conseguir para nuestra ciudad la Facultad de Veterinaria, germen del actual Campus, y el papel determinante que en ello jugó Cacharro.

El impulso turístico, económico y social que hoy representa la Ribeira Sacra, ¿sería posible sin aquellos primeros catamaranes que puso en marcha la Diputación presidida por Paco Cacharro?

Paco era firme y tenaz en sus ideas. Firme hasta el extremo. Debatir con él significaba preparar bien los temas, aportar datos y razones, porque siempre tenía argumentos en contra, y debatir hasta la extenuación.

Para bien y para mal, cuando acertaba con sus iniciativas y cuando no, porque todo ser humano se equivoca alguna vez, era persistente y reacio a ceder. Mis recuerdos de la Inspección así lo reflejan, pero tengo otros posteriores que lo ratifican. Mi participación en la vida política y mis tareas en el partido, mejores o peores, se deben a su insistencia. Cuando el presidente Fraga se presentó por primera vez como candidato a la Xunta de Galicia, tuve el honor de acompañarle en la lista electoral. En aquella época mis aspiraciones vitales estaban colmadas con mi profesión de Inspectora, y la visión de mi futuro profesional se reducía a la enseñanza. Sin embargo, Paco se presentó en mi casa para hablar con mi familia y proponerme la incorporación en la lista del Partido Popular. Después de un “no” asombrado y rotundo, me citó de nuevo en su despacho del Inludes (Instituto de Desarrollo Lucense), y ante el que había sido mi Jefe y su acompañante, don Manuel Fraga, no supe negarme.

Recuerdo esa larga etapa en el Parlamento gallego y en la Xunta de Galicia, con algunos aciertos y muchos errores, etapa que me permitió descubrir, además del mundo educativo, otros no menos apasionantes, como los asuntos sociales, el empleo o la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres, y eso gracias a la insistencia de Paco Cacharro.

Durante una década como Conselleira, en mis despachos con el Presidente Fraga surgían con frecuencia temas relacionados con la provincia de Lugo, y con alguna frecuencia también descubría diferencias de opinión entre el presidente de la Diputación de Lugo y el presidente de la Xunta. En esos casos me correspondía escuchar a ambos: “Dígale a Cacharro que…”, y a la inversa, “Dile a Fraga…”, con suficiente energía en ambas direcciones. Yo siempre “olvidaba” los recados. Pero, si bien supongo que todos cuantos conocieron a los Presidentes darán por hecho que el fuerte carácter de Fraga se imponía, en mi memoria queda el recuerdo de que el flemático y tenaz modo de ser de Paco conseguía hacer valer su criterio con mucha frecuencia. Siento no poder o querer explicar detalles concretos, pero así son hoy mis recuerdos.