María Eudoxia Sáenz López

Recuerdo de mi compañero Paco

Conocí a Cacharro en 1970, cuando era profesor en la Escuela de Magisterio y estaba preparando la oposición. Yo oposité más tarde, y en 1974 entramos Mariluz Abella y yo como inspectoras, y cuando juramos el cargo se despedía Flora Veiga, y entraba Paco como jefe de la Inspección.

Era una persona muy inteligente y un compañero extraordinario. Honrado, trabajador, no presumía de nada. Estaba al día en todo lo que ocurría en la Inspección, y conocía toda la provincia. Y al profesorado, con nombre y apellidos. Era el jefe perfecto, y mas que jefe era un compañero más.

Cuando llegamos Mariluz y yo el trabajo era ímprobo. Estábamos solos los tres, y los tres fuimos los que hicimos la mayor parte de las concentraciones de la provincia. No solamente se trataba de las concentraciones escolares, sino también de los comedores y el transporte. El tema se complicaba con la dispersión geográfica, porque en aquella época muchos de los viajes que tenían que hacer los niños para ir a los centros escolares tenían que ser en taxi, porque no entraban allí los autobuses. Poco a poco se fue solucionando lo de las comunicaciones, y la educación pudo llegar a las zonas más alejadas de la provincia. También teníamos a nuestro cargo los cursos de formación del profesorado, ya que con la EGB en los centros escolares, las materias se impartían de forma específica, y había profesores de matemáticas, de lengua, y literatura, inglés… El profesorado tuvo que formarse para ese nuevo tiempo con cursos que íbamos programando nosotros. Trabajábamos mañana, tarde y la mañana de los sábados.

Entonces, Paco ya era concejal por el tercio familiar, tenia inquietudes específicas, y luego despertó a la política. Siempre fue uno de nosotros, con Mariluz, Manolita y yo, era amigo y jefe, y siguió siendo amigo.

Se decía que su fuerza estaba en el Magisterio… posiblemente. Siendo inspector jefe, visitaba todos los centros, incluso las Escuelas-hogar, que sólo funcionaban por la noche. Pero además era una persona tan asequible que a diario veíamos que mucha gente venia a hablar con él, a contarle sus problemas.

Destacó siempre por su dedicación, vocación educativa y preocupación por el tema del rural. Estaba al día en todas las cuestiones, detectaba los posibles problemas antes de que se produjesen, y les buscaba solución. En cuanto a que fuese un desconocido, pues ocurre que él se dedicaba mucho más a la profesión que a lo de fuera. La gente empezó a conocerlo cuando entró en política. Pero como inspector jefe, el Magisterio le debía todo lo que tenía.

Su mejor legado es la Facultad de Veterinaria, y por ella tuvo problemas importantes, porque querían llevársela a Pontevedra. La Universidad en Lugo se debe a Paco.

Me alegro de este homenaje, aunque no esté físicamente entre nosotros para disfrutarlo.