Conocí a Francisco Cacharro Pardo cuando, a comienzos de la década de los setenta, se incorporó a la Delegación Provincial del Ministerio de Educación y Ciencia en Lugo como inspector de Enseñanza Primaria, donde permaneció hasta principios de los años ochenta, cuando fue nombrado Conselleiro de Educación y Ordenación de la Xunta de Galicia.
Desde su llegada a la Delegación supo ganarse el respeto y cariño de los funcionarios que estábamos destinados en la misma, merced a su sencillez y trato directo y próximo con todos nosotros.
Su actuación en la Inspección fue fundamental y decisiva, primero como inspector y después como inspector jefe, para la implantación de la Ley General de Educación de Villar Palasí.
Como la aplicación de dicha Ley contemplaba la creación de concentraciones escolares, con servicios como el transporte escolar, exigía la planificación de rutas para recoger al alumnado en los lugares más próximos a sus domicilios. Estas rutas eran propuestas a la Delegación por la Inspección de Enseñanza Primaria.
La plantilla de la Inspección en aquellas fechas era muy reducida, obligando a sus miembros a desplazarse por toda la provincia, lo que propició que Francisco Cacharro conociese los rincones más remotos de nuestra tierra y a sus gentes, sirviéndole, años más tarde, para, desde la Diputación Provincial, programar y ejecutar toda una red provincial de comunicaciones.
Durante su destino en la Inspección se produjo su entrada en política, pues se presentó a la elección a concejal del ayuntamiento de Lugo por el tercio de entidades culturales. Su candidatura no fue bien recibida ni avalada por el “poder establecido”, que tenía otro candidato al que la gran mayoría, precisamente por ese apoyo, daba ya como ganador. Cacharro no se amilanó. Y saltó la sorpresa: la elección la ganó de calle Francisco Cacharro. Puede que ahí se iniciase la carrera de un auténtico político de raza: senador, conselleiro, presidente de la Diputación Provincial, presidente del Partido Popular…
Desde que nos conocimos me brindó su amistad y su confianza, tanto a nivel personal como funcionarial, apoyándome siempre, sin pedir nada a cambio, tanto en mi etapa en la Delegación Provincial de Educación como en el Gobierno Civil y en la Subdelegación del Gobierno.