Ángel Fernández López

Francisco Cacharro Pardo: Niño de la Guerra, hombre de la Posguerra

Al referirme a las circunstancias que rodearon la vida de mi amigo y compañero de profesión, Francisco Cacharro Pardo, se me viene a la memoria el título de la película “Hombre rico, hombre pobre”, en la que los protagonistas principales son un senador americano (hombre rico) y un ciudadano de clase humilde (hombre pobre). A este respecto, y haciendo una especie de símil, hay que señalar que nuestro protagonista nace relativamente pobre, pero con el tiempo también se hace senador, y aunque no consigue hacerse rico, por lo menos adquiere un estatus económico acomodado y una consideración social relevante. No obstante, debo insistir en que vino al mundo en el seno de una familia humilde, pero situada culturalmente, porque su padre era maestro nacional en la II República y nacer en un ambiente familiar cultural siempre fue un privilegio, máxime si se tiene en cuenta que en aquella época un porcentaje elevado de la población era analfabeta.

Pero las guerras y el conflicto de ideas siempre traen consecuencias nefastas que afectan a la vida de las personas, y así, aquel niño feliz hasta entonces, una vez que triunfa el Franquismo sobre la II República y su padre es represaliado, encarcelado y separado de la función pública docente, se queda sin modus vivendi, y para mitigar aquel desastre la familia se ve obligada a trasladarse desde Guarromán (Jaén), lugar donde nace Francisco Cacharro el día 16 de noviembre de 1936, a Quintá de Cancelada, una pequeña aldea del Concello de Becerreá donde era natural su madre.

En estas circunstancias, la alegría de la familia se convierte, de la noche a la mañana, en una gran tragedia. No obstante, primero en Quintá y luego en Fonsagrada, disfruta de la seguridad y afecto de la familia, al tiempo que va recibiendo los primeros códigos morales. Este ambiente positivo, pese a la precariedad económica, quizá fue la base de la configuración de una personalidad armónica y equilibrada que caracterizó su vida posterior, siendo destacable en él su humildad, su afabilidad, su gran sentido del humor, su ironía fina pero no hiriente y su condición de amigo de los amigos. En este entorno comenzó a abrir su mente a las luces de la razón, y a comprender, porque ya lo estaba visualizando, que tanto en Quintá como luego en Fonsagrada algunas personas estaban siendo perseguidas por las fuerzas del Orden por considerar que sus ideas no se acomodaban a las del régimen de la Dictadura.

En Fonsagrada recibió las enseñanzas de Educación Primaria bajo la dirección de su padre que, aunque estaba separado de la función pública, se le permitía o se le consentía dar clases particulares para ir subsistiendo y sacar adelante a su familia (mujer y tres hijos). En esta villa el padre de Francisco Cacharro, que también se llamaba Francisco, fue bien recibido y alcanzó fama de buen maestro, llegando a crear academia y a preparar alumnos libres para el Bachillerato, hasta que pasado un tiempo, ya rehabilitado por Franco, se traslada a Lugo para ejercer la docencia pública en calidad de Maestro Nacional.

Francisco Cacharro inicia los estudios de bachillerato en el Instituto Masculino de Lugo, con sede entonces en la actual Diputación Provincial, y los continúa en el nuevo Instituto Lucus Augusti. Sigue con sus estudios en la Escuela Normal Masculina de Lugo y los termina en septiembre de 1958.

Ya como Maestro Nacional de Enseñanza Primaria (1960-1964) imparte clase en los colegios San Antonio de Monforte de Lemos, Corullón (León) y Paradavella (Fonsagrada), formando a numerosos alumnos en los primeros rudimentos de lectura, escritura, cálculo, religión e incipientes conocimientos de geografía e historia que son, grosso modo, los pasos que los hombres y la humanidad siguieron para llegar a conquistar la ciencia y la cultura.

Mientras tanto, con alguna licencia intermedia, realiza estudios de Filosofía y Letras en la Universidad de Santiago de Compostela y en la Complutense de Madrid. Una vez obtenido el título de Licenciado en Filosofía y Letras, se incorpora como profesor interino de Pedagogía en la Escuela Normal de Lugo desde 1967 a 1970.

En ese mismo año ingresa por oposición en el Cuerpo de Inspectores Profesionales de Enseñanza Primaria del Estado, siendo su primer destino Santa Cruz de Tenerife, donde permanecerá pocos meses, porque el día 1 de octubre de 1970 ya lo vemos adscrito como provisional a la plantilla de Inspección de Lugo.

Toma posesión de la Inspección Técnica de Lugo por concurso de méritos el día 10 de octubre de 1971, y como Inspector Jefe Provincial de Enseñanza Primaria el día 10 de octubre de 1974.

Con fecha 1 de mayo de 1982 pasa a la situación de Excedencia Especial por haber sido nombrado Conselleiro de Educación de la Xunta de Galicia, pasando el día 17 de abril de 1985 a la situación de Servicios Especiales por la supresión administrativa de Excedencia Especial.

Fue elegido senador en las Elecciones Generales el día 3 de marzo de 1986.

Como se puede observar, sus competencias en el campo de la educación y de la política van siendo cada vez más amplias y complejas que las que tenía como maestro, porque aunque ya no tiene responsabilidades docentes, adquiere otros cometidos relacionados con propiciar los medios necesarios para que ningún niño en edad escolar sea privado de sus derechos a la educación, y con cumplir las normas emanadas de la nueva Ley General de Educación de 1970, entre las que destacan una programación anual de construcciones escolares, fijar el número de becas de comedor escolar para niños del medio rural, diseñar las rutas del transporte escolar, dotar de mobiliario y material didáctico los centros educativos, fijar las plantillas docentes o colaborar en el perfeccionamiento del magisterio para mejorar la calidad de la educación.

En este gran proyecto estuvo embarcado el Inspector de Educación Francisco Cacharro Pardo, quien desde su más tierna infancia, ya fuese por herencia familiar, ya por influencia del entorno, o por ambos factores a la vez, veía correr por sus venas la sangre impregnada de sentimientos educativos y vivencias que no le abandonarán nunca, porque en su periplo vital termina siendo, como ya queda dicho, Conselleiro de Educación de la Xunta de Galicia y, como tal, realiza las transferencias de la Educación no Universitaria del Ministerio de Educación y Ciencia a la Xunta, a mi modo de entender, con buenos resultados. Se pasa luego a la política municipal y desde la Diputación Provincial, como Presidente, culmina su proyecto educativo estrella, consiguiendo para Lugo la Facultad de Veterinaria, hoy de gran prestigio en Europa, convirtiéndose de esta manera en base y estímulo para que el Campus Universitario de Lugo siguiera creciendo en la conquista de Escuelas Técnico-Científicas y de Humanidades.

Todo ello, o gran parte, gracias a la pericia política y vocacional de Francisco Cacharro Pardo. Por esa feliz circunstancia considero que la Facultad de Veterinaria de Lugo, en justicia, debería llevar su nombre, ya que a él se debe.

Durante mi etapa como Delegado Provincial de Educación Provincial, que duró siete largos años, tuve el honor de seguir trabajando coordinadamente con él para seguir mejorando la red de centros y otras muchas cuestiones relativas a la educación, y a nivel personal debo confesar que siento la gran satisfacción de haber luchado por enaltecer la imagen, las enseñanzas y las infraestructuras de la Formación Profesional, cuando todavía en los años ochenta del pasado siglo era la cenicienta del sistema educativo, el lugar donde terminaban los alumnos fracasados de la Educación General Básica.

Y para terminar, deseo hacer mención al adagio que afirma que la vida es sueño, para indicar la fragilidad humana y sus limitaciones biológicas, pero también debo señalar que muchos sueños se cumplen y que, aunque al final declinemos, la desgracia de haber caído no evita la gloria de haber sido.

In memoriam de mi amigo Francisco Cacharro Pardo

Lugo, 1 de agosto de 2025