En la síntesis necesaria que demanda el breve espacio de estas líneas no es fácil abarcar lo que fue Francisco Cacharro en el Lugo del último cuarto del siglo XX y el primer decenio del siglo XXI.
Más allá de lo que fue profesional y políticamente (inspector de Educación, concejal del Ayuntamiento de Lugo, diputado provincial, conselleiro de educación de la Xunta de Galicia, presidente de la Diputación Provincial desde 1983 hasta 2007 y senador por la circunscripción de Lugo desde 1977 hasta 2008, además de presidir el Partido Popular de la provincia en buena parte de ese periodo), fue también un protagonista excepcional de la vida política y social de la provincia y de España en ese largo periodo, como acreditan tantos hechos y obras.
Por eso, la fecha buscada para rendirle homenaje, el 5 de noviembre, que recuerda el comienzo de las clases en la nueva Facultad de Veterinaria, que en ese día de 1984 con su impulso y apoyo tuvo lugar, entiendo que ha sido muy acertada.
Muchas veces, en esta ocasión desde luego, los idiomas que distinguen el ser del estar permiten una diferenciación clara entre quienes en las funciones públicas optan por la permanencia pasiva, la que supone al final haber estado, y la de los que merced a la diligencia que entraña el comportamiento activo, son verdaderos actores, como en el caso de quien escribo, de la vida pública y social, con inquietud trasformadora y creativa. Estos son los que dejan huella en la historia de una ciudad, de una provincia, de un país y por ello, el título de esta colaboración, que es una breve semblanza de Francisco Cacharro, quiere poner el acento en la dimensión histórica de su ejecutoria.
Se puede escribir mucho y bueno sobre lo que fue e hizo, y no es cosa de repetir y reiterarlo todo. Por eso deseo poner el acento en dos aspectos notables de su desempeño senatorial y de su presidencia provincial.
Fue Senador por Lugo durante 30 años y, junto a Abel Matutes, uno de los dos senadores de Alianza Popular electos en 1977, en aquellos comicios que daban paso a un tiempo nuevo que se abría casi dos años después de la muerte del general Franco, y del fin con ella de su régimen autoritario. Participó activamente en el debate constitucional, como refleja el diario de sesiones del Senado, en buena medida como portavoz de su formación política en la cámara senatorial, y con notable aportación personal en las numerosas enmiendas por él deducidas y defendidas como miembro que fue de la Comisión de Constitución del Senado, relativas en especial al art. 27 de la Constitución. También dejó su huella después en la Comisión de Educación de la Cámara alta a la que perteneció durante su larga etapa en las Cortes Generales.
Y como presidente de la Diputación Provincial, sin menoscabo de dirigir la política que asegurara proporcionar apoyo a los Ayuntamientos de la provincia (buen ejemplo de ello fue el saneamiento y acondicionamiento del Rato en el municipio de la capital), fue capaz de diseñar, impulsar y ejecutar una política provincial, un proyecto de mejora e impulso de la provincia, de sus infraestructuras y de su modernización y dinamización, y además, de concurso activo en un área, la de la educación, que conocía como pocos, lo que fructificó en el campus universitario de Lugo.
Las Diputaciones Provinciales, en el trascurso del tiempo, cooperaron primero en la acción política de promoción de la enseñanza primaria y más adelante de la enseñanza media.
Cacharro fue pionero en la tarea de apoyar desde la institución provincial la enseñanza superior en Lugo, en términos que en la década de los 80 del siglo XX ninguna otra corporación provincial había propiciado.
Cacharro fue un hombre cabal, fiel, de palabra, comprometido, amigo seguro, de esos a los que se refiere el dicho que reza “al amigo, búscalo amigo”. Y gozó por ello del respeto personal y político de sus compañeros y también de los adversarios. Doy testimonio de ello.
Alianza Popular, y después de la refundación, el Partido Popular en Lugo, tuvo en él un activo de trabajo, credibilidad y convicción, merced al que se convirtió de forma rotunda en la primera fuerza política de la provincia, y en los años en los que lo dirigió tuvo el apoyo de la mayoría de los electores de la provincia elección tras elección. Tanto fue así que en algunas elecciones generales fue Lugo la circunscripción de todo el país en la que su formación política obtuvo el mayor apoyo. En particular, el Partido Popular de Galicia no sería lo que es hoy en nuestra Comunidad sin su extraordinaria contribución.
Puede afirmarse, por fin, que su aportación fue trascendente para el buen fin de la transición política.
Permítaseme añadir con orgullo en el ámbito personal, recordándole siempre con afecto y gratitud, que me honró con su amistad.